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El Amor: ¿Acciones o Emociones?


El amor es como una maratón en la que hay dos tipos de personas: una corre acorde con las reglas, la otra no. Las dos pueden poner mucha fuerza e ímpetu a la hora de movilizar sus músculos y huesos, pero serán descalificadas si corren con otras reglas. La gente descalificada es aquella que corre la maratón del amor con las reglas equivocadas. Creen que están amando cuando realmente no lo están haciendo. La gente que corre de acuerdo con las reglas, son aquellos que aman verdaderamente. Se comprometen a obedecerlas. Los esfuerzos y energías que uno invierte para correr son las emociones.

Antes semejante situación, a uno solo le queda preguntarse: ¿Cuáles son las reglas de la maratón del amor?

1 Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy. 3 Y si diera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me aprovecha. 4 El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; 5 no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; 6 no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; 7 todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. (1 Corintios 13:1-7)

Hay cosas en estos versículos que no solamente pueden ponerse en práctica tomando una mera actitud o tomando una postura de sacrificio. Para amar de verdad necesitamos también emociones. Si no ponemos nuestros sentimiento en armonía con estas descripciones, entonces no somos nada y por tanto no estamos amando. Al igual que hay que comprometerse a las reglas para ser considerados corredores, hay que comprometerse a las pautas en el verdadero amar para ser considerados cristianos.

La palabra que se utiliza para “amor”, en esta escritura es la palabra griega  γάπη. Este vocablo tiene una connotación o matiz que muestra una serie de pautas a las cuales alguien se somete voluntariamente. Es un amor que se mantiene a pesar de lo que los demás hagan. Naturalmente, no podemos depender de nuestras emociones ya que, en muchas ocasiones, no podemos mantenerlas estables, ni siquiera podemos hacer que algunas perduren.

Pero digamos que las emociones son las energías que uno gasta a la hora de correr la maratón; son muy importantes, pero más importantes son las reglas de la maratón. Dicho esto, ¿De qué sirve tener muy claras estas reglas si no le damos vida con nuestras emociones? El amor verdadero no se puede fingir simplemente tomando una actitud. En verdad, tomar esa actitud es lo mínimo, es comprometerse con las reglas del verdadero amor, pero hay que cumplirlas llenándolas de emociones para que no sean simples esfuerzos fingidos. Si alguien gusta de ejemplos, aquí los tiene:

• Gálatas 4:19: “Hijos míos, por quienes de nuevo sufro [involucra emociones] dolores de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros”

• Juan 11: 35/ Lucas 19:41 Jesus lloró por la gente (Lazaro y Jerusalén)

• David alrededor de los salmos.

Nosotros los humanos actuamos muchas veces por emociones, cuando alguien hace algo que nos molesta, hay una gran pelea dentro de nosotros. Por una lado, emociones que nos dicen “véngate”, y por otro lado, emociones que nos dicen “perdónale y ámale”. El dilema del cristiano: las emociones de la carne y las emociones del Espíritu. Uno podría decir “te perdono” pero realmente, ¿esto es un perdón? ¿Acaso no es fingido? Necesitamos perdonar (mantenernos en las reglas), pero se necesita dar vida a esas palabras, con emociones llenas de misericordia, si no esto parece más bien un acto hipócrita. Por eso, lo mínimo es acatar las reglas, pero debemos ir más allá. La prueba bíblica para la idea que estoy defendiendo es ésta:

“11 Y se levantarán muchos profetas falsos, y a muchos engañarán.12 Y debido al aumento de la iniquidad, el amor de muchos se enfriará.13 Pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo”. (Mateo: 24:11-13)

Aquí habla del amor en términos de temperatura; lo contrario de frío es caliente. No está hablando del compromiso que debemos de tener a la hora de obedecer el mandamiento de amar. Va más allá, porque si fuera solo el compromiso no tendría sentido lo que dijo Pablo: “Y si diera todos mis bienes para dar de comer a los pobres [Un sacrificio grandeacción], y si entregara mi cuerpo para ser quemado [Un sacrificio todavía más grandeacción], pero no tengo amor, de nada me aprovecha.” Como vemos, hay dos sacrificios grandes los cuales se podrían categorizar como “acciones de amor”. Sin embargo, alguien puede hacer eso y no tener amor. Así que el punto de este ensayo no es si el amor consiste en acciones o emociones, sino que el amor consiste en acciones y emociones. No es meramente actitudes o acciones, debe haber emociones entrañables. Hay un compromiso, pero hay un profundo afecto de amar a los demás. No es simplemente “negarte” sino que tú amas, y das tu vida por aquellos a los que Dios te ha dado. Es tu gozo poder amar a la gente porque Dios les ama también.

Esto es imposible si lo queremos llevar a cabo sin Dios. Necesitamos amar a Dios y conocerle para poder amar de esa manera. Es por eso que los dos mandamientos más importantes están juntos y en ese orden: ama a Dios con todo tu corazón, alma, mente, y fuerzas; y ama a tu prójimo como Cristo nos ha amado. No podemos amar como Cristo nos amó si no estamos cerca de Dios, sería algo completamente imposible. Es por eso que después de una intensa comunión con Dios no solamente queremos amar sino que, en verdad, somos capaces de hacerlo de una manera más espiritual.

Jonathan Edwards, en su tratado titulado La verdadera experiencia cristiana1, da mucha luz a este asunto:

“El amor no es tan solo una de las emociones, sino la mayor de ellas, y, por decirlo así, la fuente de las demás. Es del amor que surge el odio, odio por las cosas que son contrarias a aquello que amamos. De un amor vigoroso y afectuoso hacia Dios nacerán las otras emociones espirituales: odio por el pecado, temor de desagradar a Dios, gratitud a Dios por su bondad, gozo en Dios cuando experimentamos su presencia, tristeza al sentir su ausencia, esperanza de un futuro gozoso con Dios, y celo por la gloria de Dios. De la misma manera, amor por nuestro prójimo producirá en nosotros todo lo demás que debemos sentir hacia él.” (pg.5)

Este amor en su máxima expresión nos ayudará a amar como Dios ama. No podemos amar a un nivel que va acorde a la Biblia, si no amamos con las emociones. Llenemos de vida ese compromiso. Hermanos y hermanas no finjamos el amor, no asumamos que la gente ya sabe que la queremos; digámoslo, demostrémoslo, que sea evidente tanto en palabra como en acción, y si ha de ser posible !Con nuestras propias lágrimas!

 

1 Vid. http://docplayer.es/20957626-La-verdadera-experiencia-cristiana.html (última conexión: 1/12/2016)


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